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domingo, 25 de agosto de 2013

La vigorosa y refrescante cerveza

Es probablemente una de las bebidas más consumidas y más populares en la actualidad en todos los lugares del mundo, con una producción de millones de litros cada año y cuyos ingredientes básicos a lo largo de su historia han sido el agua y los cereales (trigo, arroz, maíz, centeno o cebada).

Descubierta probablemente en el Medio Oriente hace miles de años, desde la antigüedad y hasta hace poco constituía una fuente de alimento, estando incluida en la dieta de algunos pueblos. Aunque la influencia de la cultura mediterránea en España y sus colonias, hizo que desde la época romana predominara la producción y el consumo del vino frente a la cerveza, siendo su producción escasa, y sirviendo para mantener la demanda principalmente de habitantes de las grandes ciudades, nobles y burgueses.

Una situación distinta se daba en el norte de Europa, donde era consumida mayoritariamente entre los campesinos siendo su producción muy común y artesanal, y su consumo mucho más habitual, pues constituía para ellos una fuente de nutrientes y azúcares que era difícil  de obtener de otra manera.

Las primeras fábricas españolas se ubicaron principalmente en las cercanías de puertos marítimos, como Santander (a finales siglo XVIII) que distribuían sus botellas entre la Corte madrileña y llevaban a México y su importante puerto de Veracruz, bergantines portando en su carga miles de botellas de cerveza.
William hogarth, Beer Street

Aunque la cerveza no era una bebida muy consumida entre los españoles en el año 1800, hemos de destacar los variados usos para los que la aplicaban:

Medicinal: "La semilla de zanahorias se atribuye la propiedad de comunicara a dicha bebida (la cerveza) la virtud de curar el mal de piedra agregándole cierta cantidad mientras está fermentando".

"Especifico contra las fiebres pútridas" (tipo de tifus muy común en aquella época que era trasmitido por los piojos)

Reconstituyente para las personas: "Diese usted a cada trabajador un cuartillo de cerveza y esta bebida fermentada favorecerá la digestión de los demás alimentos, nutriendo bien y con economía les daría fuerzas, viveza".

Para el tratamiento en animales: "Désele al cordero arrecido un poco de leche tibia, o una cucharada de cerveza".

Frente a la escasez de alimentos: "Antes de que entrasen las patatas en las casas de los pobres de Munich se componía su sopa de cebada mondada, guisantes, pan blanco, sal, vinagre de cerveza y agua,…"

Como alimento del ganado: "Del extranjero pero podría aplicarse a España, los alimentos al ganado, habiendo epidemia y mal alimento, cebada molida, avena raspada, salvado, residuos de las fábricas de cerveza".

En la composición de la tinta: "Unos vino blanco o vinagre y otros, cerveza, aunque encontraban que se obtenía una tinta muy espesa y más expuesta a enmohecerse".

Para curtir las pieles: "Para secar y aclarar la piel de las cabras".

Para quitar manchas:"…frente al estanco real puesto de cerveza, se vende de la primera suerte de fábrica de Santander de superior calidad a 11 reales cada botella igual que la de la fábrica de esta corte, tanto para beber como para quitar manchas y lavar blondas".

En panadería y pastelería: "Los cerveceros de París venden a los panaderos y pasteleros que la suelen comprar y con la que fermentan masa de pastelería o destinada para hacer pan ligero (mollar)".

Pero evidentemente su mayor uso era como una bebida que en dicha época se considerada "bastante agradable, refrescante y con un sabor vigoroso".

En la elaboración de la cerveza muchas veces se agregaban hierbas y especias, intentando darle más sabor y preservarla: Algunos fabricantes emplean el cilantro, pimienta de tabasco y otras especias para mejorar el gusto y aumentar la fortaleza de esta bebida.

Volviendo a la actualidad, podemos observar que en el mercado se están ofreciendo variados y nuevos sabores en las cervezas a la vez que las llamadas Microcervecerías, que incluso intentan imitar las técnicas de elaboración artesanales de hace más de doscientos años y que actualmente parecen estar de moda.

domingo, 18 de agosto de 2013

Pío VII, el Papa de 1800

Pío VI, el papa Braschi, moría en Francia el 29 de agosto de 1799. Era necesario un nuevo cónclave para elegir sucesor, pero “el estado de turbulencia y de aflicción en que se hallaban la iglesia y la cristiandad entera” y la situación política que se vivía en Europa, hizo que los cardenales no se pudieron reunir en Roma para el cónclave, y tuvieron que congregarse en Venecia, donde después de 3 meses, el 14 de marzo de 1800, Barnaba Luiggi Chiaramonti, fue elegido como Papa con el nombre de Pío VII, ocupando el lugar 251 desde San Pedro.

Pio VII por Jacques-Louis David
Hijo de familia noble, nació en Cesena (Estados Papales), el 14 de agosto de 1742. Entró en la orden benedictina adoptando el nombre de Gregorio y estudió filosofía y teología, llegando a ser profesor en Parma y en Roma. Su carrera sufrió una serie de promociones luego de la elección de 1775, de su pariente el Papa Pío VI, que finalmente le llevaron a ser cardenal de San Calixto en 1785.

En 1800, en México, se publicaba por orden del Virrey, un bando por lo que en todos sus dominios el rey Carlos IV de España manda “repique general en todas las Iglesias, festivas y vistosas iluminaciones en los barrios” como demostración de gozo por el “pontificado del beatísimo Papa Pío VII”. Mientras tanto en las librerías de nuestro país se vendían estampas con el  “retrato” del nuevo pontífice. Y en la Corte madrileña, se ofrecía la posibilidad de apreciar una estatua al natural de Pío VII, junto a la de personajes ilustres de la época.

Durante su pontificado, Pío VII, deseoso de establecer arreglos sobre la situación religiosa en Europa, llevó a cabo negociaciones y concordatos con dirigentes como Napoleón, Luis XVIII de Francia, y con príncipes alemanes. 

Se distinguió por su moderación, erigió varias diócesis en Estados Unidos (como la de Boston en 1808), realizó varias reformas en Roma, en 1804 ofició la coronación de Napoleón I como emperador, restableció la Compañía de Jesús, (que habían sido expulsados por gobiernos ilustrados de la Europa del siglo XVIII), y recuperó los Estados Pontificios (posesiones  confiscadas durante la Revolución francesa, siendo papa Pío VI).

Todos estos logros no impidieron que estuviera retenido como prisionero por Napoleón en Savona (Italia) y más tarde en Fontainebleau (Francia).

Durante la última parte de su reinado, Pío VII vio aumentar el prestigio del papado, por la presencia en Roma de varios líderes europeos (Carlos IV y su esposa María Luisa permanecieron allí una vez que fueron exiliados por su hijo Fernando VII).

En 1823, Pío VII se fracturó una pierna después de una caída, muriendo pocos días después. Tras un cónclave de tan sólo veinte días, le sucedió como pontífice Aníbal Della Genga, que tomó el nombre de León XII.

domingo, 11 de agosto de 2013

La Feria Persiana y los Volatines

Dos de los espectáculos que más destacaban en la Corte madrileña en el año 1800, fueron la Feria Persiana y los Volatines, dos representaciones muy distintas pero que se anunciaban periódicamente y con mucha aceptación entre el público de la época.
Dibujo siglo XVIII

"Hoy y días siguientes, en la calle del caballero de Gracia, frente al Oratorio, se enseña la Feria Persiana, compuesta de 28 figuras vestidas al natural."

Este espectáculo, que se presentó durante los años 1799 y 1800, consistía en “una gran máquina geométrica y matemática, compuesta de 28 figuras, las cuales por resorte, ruedas, escuadra y palanca, se mueven, representando una feria persiana.

Llevaban figuras autómatas que realizaban “varios equilibrios, bailes, posturas y fuerzas”. Con figuras llamadas el retratista, el tramoyista secreto, la hora eléctrica, el mes designado, la astrología, la figura adivina, la autómata, el escribiente, el tesoro escondido,  los dados mecánicos, la lotería, y otras diferentes, realizaban movimientos para fascinación de quien lo observaba.

Este espectáculo tenía una duración de más de una hora y su precio fue variando, desde cuatro reales en el año de la presentación ante la Corte (1799) a tres reales en el año 1800.

Este artefacto, y otros ingenios mecánicos similares, eran muchas veces creaciones de artesanos relojeros, y se pueden considerar como los antecesores de los “autómatas” actuales (del griego “con movimiento propio”), y que tuvieron sus primeros representantes en las estatuas que ya existían hace varios milenios en Egipto y Etiopia, y que despedían fuego o producían sonidos. Más tarde, ya en el primer siglo de nuestra era, se realizaron los primeros diseños de autómatas más complejos, y aunque se perfeccionaron en el siglo XVII, fue en el siglo XVIII y principios del XIX cuando se desarrollaron con mayor especialización y cuando se popularizaron, tratando de reproducir lo más fielmente la anatomía de ser humano y los animales.

La Feria Persiana iba acompañada en ocasiones de otras diversiones adicionales como bailes donde se concluía con un fin de fiesta representado con fuegos artificiales que se anunciaban como “fuegos píricos, físicos y matemáticos”.


Por otro lado, los “Volatines” consistían en un espectáculo diferente y más activo, que ocupó sus actuaciones un espacio en el popular Coliseo de la Cruz, representándose además con continuidad en la Corte de Madrid antes y después de 1800.

Sobre una maroma, los volteadores y equilibristas realizaban diferentes acrobacias, volteos en la cuerda floja o equilibrios utilizando a veces una pértiga, y otras veces sin ella. Surgían así acrobacias con nombres tan llamativos como el “catalán”, el “mancheguito”, el “florentino”. Alguna compañía llegaba aun más lejos como la de “volteadores valencianos”, los cuales disfrazados realizaban equilibrios, bailando y saltando, a la vez que utilizaban aros, cintas, mesas y sillas.

Además se ofrecía en este espectáculo una pantomima (representación con mímica) en el que el protagonista era un arlequín.

En la hora del "intermedio" se contaba con la representación de niños y animales como perros o monos que realizaban bailes y saltos al compás de un músico que interpretaba una melodía, contando con ocho instrumentos a la vez.

Por último, concluía el espectáculo con un baile, anunciado siempre como nuevo en la Corte, y con nombres tan exóticos como la “vendimia”, la “merienda en el jardín”, los “bárbaros otomíes”, la “inocencia premiada”, los “corsarios argelinos”, etc.

Este mismo espectáculo con volteadores y equilibristas (volatines) era también usual en las plazas de toros, anunciándose como “corridas de novillos  y volatines”.



domingo, 4 de agosto de 2013

Quintales, libras, celemines y otras unidades de medida

La harina se compra por kilos y el aceite por litros, y esto es así en la mayor  parte del mundo, pero para llegar hasta aquí (utilización del sistema métrico decimal) han pasado años de dilatados acuerdos entre países y diversas leyes nacionales.

Desde la antigüedad medir ha sido una necesidad cotidiana para el hombre, pues expresaba con ello diversas actividades o elementos de su entorno.

Los sistemas de longitud, derivaron de las dimensiones del cuerpo humano (codo, pie), las medidas de capacidad para líquidos o sólidos provenían de los recipientes que los contenían y  las medidas de superficie o agrarias, se expresaban de acuerdo al tiempo que se empleaba para trabajar el terreno o según la cantidad de grano que se necesitaba para sembrar la tierra.

Se vendía el queso o cacao en quintales, la harina y el pescado en libras, el trigo en celemines, las lentejas en fanegas, el arroz y el vino en arrobas, el aceite en pipas, la sal en lastres así como las telas en varas y  las casas y los solares se medían por pies.

En 1800 se encontraba nuestro país en una situación complicada pues Sevilla, Cádiz, Barcelona, Bilbao, Madrid, entre otras ciudades, tenían unidades de medida y sus derivados distintos (diferentes nombres y significado), pero esa pluralidad no solamente se refería a los muy desiguales nombres para referirse a las unidades métricas, sino que también existía la complejidad de que una misma denominación (celemín, fanega) servía para reflejar magnitudes distintas de un pueblo a otro.

"Son tan diferentes las medidas de agrimensores que se usan en Castilla y en los demás reinos de la monarquía española, que dificultosamente se puede formar un sistema universal de ellas".

Sabiendo el obstáculo que esta situación suponía para el comercio y el progreso de un país (pues llevaba a frecuentes equivocaciones y a informes con datos poco precisos que producía fraudes) desde siglos atrás habían existido intentos de unificar esa gran diversidad de pesos y medidas (con poco éxito por cierto) tanto para la recaudación de impuestos como también para ajustar las cantidades de los artículos o géneros con los que se trataba.

"En algunas partes se mide el trigo y demás granos colmado, y en otro raso. Este los mide a pala cargada, aquel a pala suelta".

Una de las últimas reformas para ajustar los patrones y así establecer una uniformidad y un intento de unificación de pesas y medidas fue la Real Orden de Carlos IV promulgada el 26 de enero de 1801 sobre “Igualación de pesos y medidas para todo el Reino

Esta ley trató de llevar a efecto la igualación de los pesos y medidas en todos sus reinos y señoríos, y fue el último intento antes de apoyar la implantación del sistema métrico decimal propuesto por Francia.

Ejemplos de los distintos patrones de medida que intentó establecer esta orden fueron: de longitud el pie o la vara, de extensión la fanega o el celemín, de áridos el cahíz o la fanega, de líquidos la arroba o el azumbre, de aceite la arroba o la libra y de pesos la libra o el quintal.

Ya por último en 1849 se promulga una nueva ley en la que España adopta oficialmente el sistema métrico decimal, unificándolo a otros países, y que llevó a un largo proceso hasta su “normalización” a finales del siglo XIX.