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domingo, 11 de agosto de 2013

La Feria Persiana y los Volatines

Dos de los espectáculos que más destacaban en la Corte madrileña en el año 1800, fueron la Feria Persiana y los Volatines, dos representaciones muy distintas pero que se anunciaban periódicamente y con mucha aceptación entre el público de la época.
Dibujo siglo XVIII

"Hoy y días siguientes, en la calle del caballero de Gracia, frente al Oratorio, se enseña la Feria Persiana, compuesta de 28 figuras vestidas al natural."

Este espectáculo, que se presentó durante los años 1799 y 1800, consistía en “una gran máquina geométrica y matemática, compuesta de 28 figuras, las cuales por resorte, ruedas, escuadra y palanca, se mueven, representando una feria persiana.

Llevaban figuras autómatas que realizaban “varios equilibrios, bailes, posturas y fuerzas”. Con figuras llamadas el retratista, el tramoyista secreto, la hora eléctrica, el mes designado, la astrología, la figura adivina, la autómata, el escribiente, el tesoro escondido,  los dados mecánicos, la lotería, y otras diferentes, realizaban movimientos para fascinación de quien lo observaba.

Este espectáculo tenía una duración de más de una hora y su precio fue variando, desde cuatro reales en el año de la presentación ante la Corte (1799) a tres reales en el año 1800.

Este artefacto, y otros ingenios mecánicos similares, eran muchas veces creaciones de artesanos relojeros, y se pueden considerar como los antecesores de los “autómatas” actuales (del griego “con movimiento propio”), y que tuvieron sus primeros representantes en las estatuas que ya existían hace varios milenios en Egipto y Etiopia, y que despedían fuego o producían sonidos. Más tarde, ya en el primer siglo de nuestra era, se realizaron los primeros diseños de autómatas más complejos, y aunque se perfeccionaron en el siglo XVII, fue en el siglo XVIII y principios del XIX cuando se desarrollaron con mayor especialización y cuando se popularizaron, tratando de reproducir lo más fielmente la anatomía de ser humano y los animales.

La Feria Persiana iba acompañada en ocasiones de otras diversiones adicionales como bailes donde se concluía con un fin de fiesta representado con fuegos artificiales que se anunciaban como “fuegos píricos, físicos y matemáticos”.


Por otro lado, los “Volatines” consistían en un espectáculo diferente y más activo, que ocupó sus actuaciones un espacio en el popular Coliseo de la Cruz, representándose además con continuidad en la Corte de Madrid antes y después de 1800.

Sobre una maroma, los volteadores y equilibristas realizaban diferentes acrobacias, volteos en la cuerda floja o equilibrios utilizando a veces una pértiga, y otras veces sin ella. Surgían así acrobacias con nombres tan llamativos como el “catalán”, el “mancheguito”, el “florentino”. Alguna compañía llegaba aun más lejos como la de “volteadores valencianos”, los cuales disfrazados realizaban equilibrios, bailando y saltando, a la vez que utilizaban aros, cintas, mesas y sillas.

Además se ofrecía en este espectáculo una pantomima (representación con mímica) en el que el protagonista era un arlequín.

En la hora del "intermedio" se contaba con la representación de niños y animales como perros o monos que realizaban bailes y saltos al compás de un músico que interpretaba una melodía, contando con ocho instrumentos a la vez.

Por último, concluía el espectáculo con un baile, anunciado siempre como nuevo en la Corte, y con nombres tan exóticos como la “vendimia”, la “merienda en el jardín”, los “bárbaros otomíes”, la “inocencia premiada”, los “corsarios argelinos”, etc.

Este mismo espectáculo con volteadores y equilibristas (volatines) era también usual en las plazas de toros, anunciándose como “corridas de novillos  y volatines”.



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