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domingo, 9 de febrero de 2014

Juegos de niños


Niños cogiendo fruta
¿Son los juegos infantiles herencia de siglos? ¿a qué jugaban los niños antiguamente? Estas y otras preguntas nos las hemos podido hacer en algún momento.

Como respuestas a estas preguntas, y si nos centrándonos en  el año 1800, que es sobre lo que trata este blog, diferentes fuentes nos pueden ilustrar sobre estas cuestiones. Así tenemos el libro “Lícito recreo” escrito a finales del siglo XVIII, los aleluyas o aucas que ilustraban juegos de esos años y de los que ya hemos hablado, los relatos del escritor José María Blanco White sobre su infancia y la iconografía del pintor Francisco de Goya, nos muestran el amplio y variado repertorio de diversiones infantiles.
Niños jugando a pídola

Las calles, plazas y lugares públicos de pueblos y villas eran espacios para divertirse al tejo, que se lanzaba derribando un objeto puesto a distancia, y donde los recursos disponibles como huesos de frutas, palos, piedras o ramas, se utilizaban para demostrar habilidades como fuerza o agilidad. 

Pero también era frecuente jugar a pídola (saltar por encima de los jugadores), las gigantillas (subirse encima de otros), el columpio, balancín,  salir al campo, volar cometas, pasear buscando animales y plantas, trepar a los árboles, coger fruta, coger nidos, colgarse de las ramas o bañarse en los ríos y arroyos.

Niños inflando una vejiga
Niños jugando al balancín
En las romerías y fiestas predominaban los juegos de “corro” con canciones, (como la gallina ciega), junto con los juegos de pelota (juego de la pelota con pala), cucañas y competiciones donde la destreza física y la habilidad eran la estrategia para conseguir un premio.



Los juegos de naipes, fueron muy comunes entre niños y jóvenes imitando a las diversiones de los mayores, como también "juegos de toros" y "juegos de soldados".
Niños jugando a toros

En los años de finales de siglo XVIII los jóvenes se ocuparon y entretuvieron “para pasar divertidas las largas noches del invierno” recitando letrillas, cantando con la guitarra y bailando, resolviendo adivinanzas y  acertijos, y retando con los “juegos de prendas”, que consistían en trabalenguas y representaciones mímicas en donde la equivocación se castigaba con la entrega de una prenda por parte del perdedor.

Influenciados durante todo el siglo XVIII por las costumbres y modas italianas y francesas, que se consideraban más refinadas, sobre todo en los ambientes cortesanos, "el juego de las estatuas", mostraba la afición por la dramatización y las imitaciones.

Lejos aún de la industrialización y la tecnología, los niños de familias acomodadas podían disponer de algunos juguetes de loza, de barro, de madera, miniaturas, muñecas, que se vendían en las ferias de nuestro país y se fabricaban en grandes ciudades (Cádiz , Sevilla), llegando  incluso a venderse juguetes de Francia o Alemania como eran las “cajitas de juegos de escultura para niños”.

Para 1800 aún no se había popularizado el caucho y se hablaba de la goma o resina elástica como una sustancia venida principalmente de Brasil y utilizada desde antiguo en el continente americano, que era llamada cautchuc y decían “los  americanos le dan cierta preparación hacen pelotas que botan extraordinariamente y otros juguetes pueriles”.

Dos siglos después, los juguetes y los juegos de niños han variado mucho y los escasos espacios abiertos en las ciudades, junto a la publicidad y tecnología han marcado tendencia y nuevos intereses, que hacen que muchos juegos tradicionales, que han perdurando siglos, en  tan solo unos años estén considerados desfasados, llegado a formar parte del patrimonio cultural de otros tiempos.











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