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domingo, 26 de abril de 2015

Tratado de San Ildefonso de 1800

Mariano Luis de Urquijo
Berthier
Existieron varios acuerdos que se denominaron Tratado de San Ildefonso, debido a que se firmaron en el Palacio Real de la Granja de San Ildefonso, pero es este de 1800 el que supuso la pérdida por parte de España del extenso territorio de La Luisiana.

Este acuerdo inicialmente realizado en el más estricto secreto se realizó entre la República Francesa y el Rey de España, en los términos de  “engrandecimiento del duque de Parma en Italia y la retrocesión de La Luisiana”.

El 1 de octubre de 1800, el ciudadano Alexandre Berthier, general en jefe (representante francés) y Maríano Luis de Urquijo, embajador extraordinario y primer secretario de Estado interino (representante español) acuerdan la cesión al Duque de Parma (de la casa de Borbón) de título de rey y los derechos en un territorio en la península italiana.

Y a cambio la República Francesa recibía el territorio de La Luisiana, “con la misma medida que tenía en las manos de España y que tenía cuando Francia lo poseía”: desde el golfo de México hasta la frontera con Canadá.

Además, se hacía la entrega a la República Francesa de “seis barcos de guerra en buen estado, integrados por setenta y cuatro cañones, armados y equipados listos para recibir las tripulaciones y suministros franceses”.

Finalmente, el Tratado de Aranjuez en 1801, supuso la renuncia definitiva por parte de España al Ducado de Parma y de los territorios de La Luisiana; mientras que la familia real española recibía el ducado de la Toscana, que pasó a llamarse Reino de Etruria (de extensión cien veces más pequeño que la Luisiana).

Testimonio de los 40 años que duró la administración española de aquellos territorios son la arquitectura de muchos de los edificios que forman el casco viejo de Nueva Orleans, con sus famosos y bellos patios, balcones y fuentes, de un indudable estilo español.



domingo, 12 de abril de 2015

Retrato de una mujer negra


"Retrato de mujer negra", es sin duda uno de las más bellas pinturas de 1800, y la que impulsó a Marie-Guillemine Benoist, con 32 años a la fama y reconocimiento entre sus coetáneos.

Hija de un funcionario, María-Guillemine comienza a exponer entre destacados autores hacia 1791, con pinturas de claro estilo neoclásico.
Retrato de una mujer negra

Nacida en 1768 como Marie-Guilemine Laville-Leroux, cambió su apellido cuando se casó en 1793, con el abogado Pierre-Vincent Benoist.

Es poco después de esta pintura cuando la notable autora recibe varios encargos para pintar retratos de algunos miembros de la familia de Napoleón.

Formadora y ejemplo para otras pintoras, su "Retrato de una mujer megra" es un símbolo de la abolición de la esclavitud y de la emancipación de la raza negra y supuso un gran impacto  tanto por la temática como por la belleza y sensualidad con la que es mostrada la mujer.

Esta pintura (que parece ser que fue el retrato de una mujer concreta), es de claros contrastes cromáticos, llamando la atención las telas blancas, y el cuerpo suave y oscuro de la modelo.

Se presentaba esta obra en 1800, seis años después del decreto de abolición de la esclavitud en territorio francés.

Este retrato que actualmente se encuentra en el Museo del Louvre podría considerarse, según algunos críticos,  como una llamada a la emancipación de la mujer para aquellos años.