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domingo, 29 de marzo de 2015

"Callejeros Viajeros": Georgia 1800


Georgia, mapa 1800 . Colección David Rumsey
Situada en la costa del Mar Negro, con el  Cáucaso determinando su relieve montañoso, Georgia era un país estratégico que había sufrido numerosas incursiones y ataques de tribus e imperios por hacerse con su dominio: una mezcla de cultos y naciones entre los que se encontraban armenios, griegos, judíos, turcos, persas, tártaros y europeos.

Georgia estaba poblado de numerosas aldeas y pequeñas ciudades como Suram o Gory, situadas cerca de caudalosos ríos. Tiflis, su capital, era una ciudad agradable y de extensión reducida, donde se podían encontrar bellos edificios y casas de piedra en la ribera del navegable río Kurá (que discurría por los territorios de  Turquía, Georgia y Azerbaiyán).

Eran considerados los georgianos como individuos altos, fuertes y de facciones regulares, mientras que las mujeres estaban estimadas como galantes, encantadoras en el trato y  muy bellas. 

El traje de este país era similar al de los persas y armenios, consistiendo en “pantalones anchos, botines, chupa de mangas estrechas, abierta por delante y grandes túnicas por encima. Las mujeres visten los paños más finos y estolas de seda, haciendo una mezcla de modas asiáticas y europeas”.

Los georgianos imitaban de los persas el traje, pero también era similar entre ellos la construcción de sus viviendas y costumbres culturales como el modo de sentarse, de comer o el lujo de sus palacios.
Jorge XII, último monarca del Reino

Característico en Georgia, eran los bazares (edificios construidos en piedra de sillería destinados al comercio) o las caravanseras (posadas para el hospedaje) y los baños públicos (sobre todo de agua caliente).

Existían en este país, fértiles terrenos con trigo y otros granos, legumbres, frutas variadas y vides (de donde se elabora abundante vino). Pero además los poderosos georgianos acostumbraban a poner en sus mesas el pescado del mar Caspio y de río Kurá y carnes de caza como el jabalí. Mientras la mayoría de los ciudadanos acostumbraban a comer sobretodo tocino y gachas.

Uno de los objetos del comercio de este país era la seda, de la cual hacía importantes envíos para Turquía.

Los nobles tiranizaban a los vasallos muchas veces con la mayor inhumanidad, siendo frecuente la venta de esclavos para diversos trabajos y la venta de mujeres para los matrimonios.

Un hecho importante dentro de la historia de Georgia es que en diciembre de 1800, este país fue incorporado al Imperio ruso del zar Pablo I de Rusia, por lo que Jorge XII de Georgia fue el último monarca del Reino de Kartli y Kakheti.

Pasados los años, en el año 1991, Georgia declara su independencia después de una antigua historia de incursiones y periodos de dominación persa, bizantina, arábica, turca, mongol, rusa y soviética.

domingo, 15 de marzo de 2015

"Callejeros Viajeros": Nápoles 1800


Nápoles, siglo XVIII
Puerto de Nápoles, siglo XVIII
Entre barrancos y caminos incómodos para el carruaje, el viajero de 1800 se adentraba en el Reino de Nápoles, atravesando campos de viñas e higueras, y pequeñas ciudades como Fondi, Itri o Capua.

Poco a poco el camino se hacía más fácil y bello, con aldeas y cuidadas casas de campo a las faldas de la montaña, que indicaban la cercanía a la gran ciudad de Nápoles y su puerto.

Esta urbe estaba habitada por más de cuatrocientas mil personas, y en ella se podían encontrar más de ciento setenta conventos y más de 13000 religiosos de ambos sexos.

Los palacios y otros edificios napolitanos eran lujosos, y muchas veces excesivos y extravagantes en los adornos, siendo las casas más características de la ciudad de piedra tosca y  ligera, con varios altos terminados en terrado y sin ningún tejado. Destacaba entre todos los edificios de la ciudad el suntuoso palacio real, y frente a la bahía, el imponente Vesubio, que en el siglo I d.C. arrasó las ciudades de Herculano y Pompeya, y que en el año 1800 eran ya un sitio de interés (al haberse descubierto sus ruinas unas décadas antes).

Las calles de Nápoles, tenían pocos faroles que hacían escasa la iluminación por la noche, además estaban enlosadas con anchas piedras, que aunque cómodas para la gente de a pie, hacían resbalar las caballerías de los coches.

Los napolitanos considerados de trato agradable y gente pacífica, eran aficionados a hablar y reñir a grandes gritos, siendo famosos por sus expresiones exageradas sobre todo entre el numeroso grupo de gentes ociosas que deambulaban por la ciudad.

Se divierten en Nápoles en ir a ver matar los pescados con arpones, se embarcan para este efecto al anochecer y se sirven del resplandor de un brasero, que con su luz atrae los pescados y con ella se les distingue y para reconocerlos bien, echan aceite en el agua, el cual tiene la propiedad de calmar su agitación”.

Para los ricos, la afición al lujo y las diversiones consistían en asistir a representaciones y espectáculos teatrales (sobre todo la ópera), así como a tertulias y juegos de mesa en salones, banquetes y en la época de carnaval las fiestas de disfraces.

De los habitantes de Nápoles se decía que eran “sobrios en el comer, pero no en el chocolate”. Consideraban entre los mejores manjares la carne de ternera, aunque eran los macarrones y una gran variedad de pastas a la vez que el pescado, el alimento habitual del pueblo mientras que las patatas y pan de panizo con trigo era el recurso entre los napolitanos más pobres.

Por entonces un curioso dicho entre los napolitanos aseguraba que: bastaban “farina, furca, festín” (que venía a ser abundancia de víveres, castigos ejemplares y espectáculos) para contener a los ociosos y evitar problemas en la ciudad.

domingo, 1 de marzo de 2015

Peculiar bando a los padrinos de los bautizos


De orden del Exmo. Señor Virrey (en México)

"Instruido de que suele juntarse en las puertas de las parroquias de esta capital con motivo de los bautismos, un tropel de gentes ociosas y muchachos, atraídos de la liberalidad con que los padrinos manifiestan la satisfacción de su corazón por las gracias que acaban de recibir sus ahijados,

 y del desorden que ocasiona aquella gente amontonada, por sus indecencias y gritos, y por las desvergüenzas con que insultan no pocas veces a los padrinos, para precisarlos a tirar un dinero que alimenta su desaplicación al trabajo, 

convirtiéndose en semilla de ociosidad y vicios, sumas de consideración, que pudiera destinar la piedad de los padrinos al alivio de los verdaderos necesitados, y al fomento de establecimientos útiles al público y agradables a los ojos de Dios, conforme demanda la santidad del ministerio que se celebra en tales ocasiones; 

he creído justo mandar, después de meditado el asunto y oído el dictamen del Exmo. e Ilmo. Señor Arzobispo de esta capital, como lo hago, 

no concurran en adelante a las puertas de las parroquias, ni sigan por las calles al acompañamiento de padrinos, hombres, mujeres ni muchachos, so pena de ser tratados por las reglas establecidas contra los vagos y mendigos, y de cincuenta pesos del multa a los padrinos o personas de su comitiva que tirasen dinero. 

Si bien espero continuarán sus liberalidades con una piedad bien entendida, depositándolas en el cepo que se pondrá a propósito en las parroquias, con destino a educar y vestir niños pobres que anden desnudos

Y  por cuanto me hallo enterado de que el mismo desorden que se trata de remediar en  esta capital,  se experimenta también en las demás ciudades, villas y lugares de este virreinato, ordeno y mando se publique por bando".


Gazeta de México febrero 1800