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domingo, 24 de mayo de 2015

Diversión Química

Calorímetro. Instrumental del siglo XVIII
Hoy en la diversión de química económica casera de la calle de la Montera, …varios bailes, …. En la lección de química económica se demostrarán varias diversiones del gas oxígeno, tratando de algunas de sus propiedades, y los cuerpos de que se extrae con mayor abundancia este elemento, y se enseñará el modo de hacer los colores en líquido para pintar y escribir”.

Ya hemos comentado en una entrada anterior que la química experimentó una importante transformación durante el siglo XVIII, pero fueron los años finales de ese siglo los que conocieron un inusual desarrollo en las ciencias químicas tanto en contenidos como metodología experimental.

En nuestro país durante estos años de Ilustración y Sociedades Económicas, se percibió  un mayor apoyo institucional, puesto de manifiesto en  la mejora en la formación académica (nuevos planes de estudios) y cierta facilidad de recursos para la investigación (prestigiosos científicos extranjeros en nuestro país y formación fuera de España para algunos de nuestros científicos).

La utilidad pública de las ciencias químicas se dejaba notar en elementos tan variados como con la producción de cloro para el blanqueo de las telas o las exhibiciones de aerostática.

De ahí surgió un reconocimiento social a estas artes y a los que se dedicaban a ello. Se da un proceso de “popularización de la química” que hace que se dirija no solo a los estudiantes de universidades sino también a un público mucho más amplio y variado, que buscaba un conocimiento práctico y útil (para la mejora de agricultura o las manufacturas) o incluso una diversión en los experimentos que se les mostraba.

En 1800 el periódico Diario de Madrid, ofrecía asiduamente la información de un evento en la ciudad llamado “diversión de química económica casera” que, con varias funciones en el día y con una duración de algo más de una hora, ofrecía junto a representaciones teatrales o baile, un espacio para demostrar cómo limpiar los uniformes de paño blanco, quitar las manchas de hierro a todo género blanco de hilo y algodón, teñir de verde las maderas, hacer tintes caseros, elaborar elixir para el cutis que quita las arrugas, hacer carmín, experimentar con gases y “fuentes de fuego” o formar una luz artificial “tan resplandeciente como el sol”.

Una noticia de esta semana que aparecía en los medios de comunicación de nuestro país (“La ciencia se va de bares” decía el Mundo) exponía que científicos españoles se unían a una iniciativa desarrollada en varios países desde 2012, que ha ido "sacando a los investigadores de sus despachos para llevarlos a los bares y divulgar a que se dedican y por qué la investigación es importante". ¡Un ejemplo de estos tiempos de “popularización de la ciencia”!



domingo, 10 de mayo de 2015

Propagación del árbol del pan

Fruto del pan (dibujo de la época)
Propagación del árbol del pan en Cayena”, “Naturalizar el árbol del pan en Francia”, eran algunos titulares de las noticias destacadas que aparecían en la prensa de varios países en el año 1800.

Fueron unos años antes cuando el gobierno inglés, intentando solucionar el suministro de alimento a la mano de obra esclava en sus plantaciones americanas de caña de azúcar, buscó en el fruto "abundante y nutritivo" (decían los navegantes) de una especie de árbol del Pacífico Sur, remediar sus problemas.

El fruto de este árbol, cocido bajo el rescoldo o en agua es el principal alimento de los habitantes de la isla de los amigos y de otros muchos pueblos de los mares del Sur”.

El capitán Bligh y la tripulación del HMS Bounty, fueron los encargados de recoger en Tahití las pequeñas plantas de árbol del pan para llevarlas al Caribe y de esa manera con su cosecha alimentar fácilmente y de forma barata a los esclavos.

Pero el tiempo transcurrido desde el inicio de la expedición, los rigores del mar, el clima difícil, como probablemente otras circunstancias, hicieron que en 1789 después de zarpar de Tahití, parte de la tripulación se amotinara y dejaran al capitán y sus defensores en una lancha sin cubierta en medio del mar, tirando al agua las preciadas plantas de árbol de pan.

Fue con un segundo navío, el Providencia, cuando Bligh en 1793 pudo finalmente desembarcar los “arbolitos de frutopán” de Tahití en las Antillas americanas.

También mediante expediciones botánicas, España y Francia llevaron árboles de pan a sus colonias de Guatemala y Surinam.

En los años próximos a 1800 las expediciones botánicas eran muy comunes, en un esfuerzo de aclimatar especies de otros lugares en el propio reino, asegurándose así la posesión de preciosos vegetales y frutos.

Eran noticia en la prensa la evolución y multiplicación de los plantíos de árboles en distintos lugares, así como los catálogos de plantas vivas que llegaban a América “para propagar ventajosamente las producciones vegetales más útiles que se encuentran en las demás partes del mundo”.

Varios libros, así como películas (“Rebelión a bordo”, “Motín a bordo”), reflejan una visión del famoso motín de la tripulación del Bounty en el intento de llevar el árbol del pan al Caribe.

En la actualidad el árbol del pan sigue encontrándose muy ligado a la cultura de la Polinesia, aunque el mayor centro productor del fruto de pan es el Caribe, que lo exporta principalmente a Estados Unidos y Canadá.