Cuando comenzaba 1800, hacía poco más de un año que Pablo Olavide había vuelto a nuestro país, después de diecisiete años de exilio en Francia, y vivía después de una pródiga y dilatada vida, sus últimos años retirados en Andalucía.
Pablo de Olavide |
Pablo Antonio José de
Olavide y Jáuregui, nació en Lima, en el año 1725, siendo hijo de españoles de destacada influencia en la capital peruana.
Este notable criollo, que llegó a ser un joven catedrático en la
Facultad de Teología de Lima y ocupar cargos jurídicos en el ayuntamiento de la
ciudad, tuvo que marchar a España, debido a turbios asuntos económicos y
comerciales.
Un rentable matrimonio en Madrid, le facilitó
la economía necesaria para pertenecer a la Orden de Santiago, a la vez que
entrar en la alta burguesía y poder desenvolverse entre lujos y viajes por
Europa (amigo de Voltaire, se relacionó con la alta sociedad francesa).
Fue además de escritor (una de sus obras más
destacadas es “El Evangelio en triunfo”), director del Hospicio madrileño, síndico
personero (representante del pueblo) madrileño, Intendente de los cuatro reinos
de Andalucía (Sevilla, Granada, Córdoba y Jaén) y Asistente de la ciudad de
Sevilla.
Primer Plano de Sevilla 1771, mandado por Olavide |
Durante su dilatada y extensa carrera
profesional, propició diversas medidas tendentes a mejorar el teatro, fiestas
populares, limpieza de las ciudades o desarrollar reformas
educativas y urbanísticas.
Olavide, sufrió en varias
ocasiones el desprestigio y el recelo tanto de la Inquisición como de los
defensores del Antiguo Régimen, sobretodo fue perseguido por sus medidas propiciando
la relajación moral, sus lecturas de libros prohibidos y sus opiniones públicas.
Es popularmente conocido por
las “Nuevas Repoblaciones de Sierra Morena”, un ambicioso y reformador programa
por el que estableció colonos (franceses, flamencos, alemanes, suizos e
italianos y más tarde levantinos y catalanes) por parajes despoblados de
Andalucía, mejorando entre otros aspectos las comunicaciones entre Andalucía y
la corte, en un territorio despoblado y dominado por bandoleros.
Plazas y calles recuerdan a
este afrancesado defensor de ilustrados, y desde hace unos años lleva su nombre
la segunda universidad hispalense.
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