En la parte suroccidental de África, en el territorio que actualmente ocupa el oeste de Sudáfrica, se constituía en 1800 una extensión de desierto y montañas, que eran habitadas principalmente por aduares (poblaciones) de 40 a 80 personas y se gobernaban cada una por un jefe tribal.
País de los Hotentotes, David Rumsey Map Collection |
Parte de este amplio territoririo estaba dominado, desde hacía tiempo, por colonos holandeses, pero muchos de sus lugares seguían siendo “salvajes”.
El país de los hotentotes lo formaba un paisaje donde “El calor del clima, los arenales abrasados, la esterilidad de terreno, la falta de agua, las montañas áridas, los animales feroces”, hacía necesario recorrer largas distancias hasta encontrar las poco numerosas tribus que lo habitaban.
Los aduares de hotentotes estaban organizados por varias chozas (en ocasiones hasta 40) en forma redonda y formadas con esteras y piel de buey u oveja; con una sola abertura estrecha y baja a modo de puerta. Le añadían además, unos cercados para guardar el ganado, que constituía símbolo de riqueza y prestigio social y del que obtenían principalmente leche.
En el centro de la choza tenían el horno para cocinar, y para dormir extendían una estera, mientras se cubrían con piel de oveja. Para conservar los escasos alimentos que guardaban, utilizaban recipientes de barro, calabazas, sacos de piel o vejigas de animales.
Los hotentotes, eran muy aficionados a la caza, que realizaban por medio de lazos y trampas o con flechas (untadas con veneno de serpiente o de plantas de la zona) e incluso con azagayas (lanzas). No se servían de la agricultura, por lo tanto no sembraban ni cosechaban, sino que recolectaban raíces y plantas para alimentarse y completar su dieta de carne.
Voraces cuando había abundancia de provisiones (carne de caza asada y raíces crudas), se contentaban con langostas y miel silvestre cuando había escasez.
La bebida más usual para los hotentotes, era la leche de vaca y oveja, y en terrenos muy áridos, donde no se daban estos animales, recurrían a la leche de cabra. Cuando querían embriagarse elaboran un líquido compuesto de la fermentación de una raíz y agua al que le añaden miel y fumaban en pipas fabricadas de bambú o barro cocido.
De aspecto reservado, aunque hospitalario, los hotentotes solían ser muy afables. Los rasgos que más los definían físicamente, solían ser los salientes huesos de las mejillas y barbilla estrecha, nariz chata y dientes muy blancos, además de ojos rasgados y cejas poco pobladas, mientras que los cabellos eran muy rizados.
El país de los hotentotes lo formaba un paisaje donde “El calor del clima, los arenales abrasados, la esterilidad de terreno, la falta de agua, las montañas áridas, los animales feroces”, hacía necesario recorrer largas distancias hasta encontrar las poco numerosas tribus que lo habitaban.
Los aduares de hotentotes estaban organizados por varias chozas (en ocasiones hasta 40) en forma redonda y formadas con esteras y piel de buey u oveja; con una sola abertura estrecha y baja a modo de puerta. Le añadían además, unos cercados para guardar el ganado, que constituía símbolo de riqueza y prestigio social y del que obtenían principalmente leche.
Hotentotes, Khoikhoi. Samuel Daniell, 1805 |
En el centro de la choza tenían el horno para cocinar, y para dormir extendían una estera, mientras se cubrían con piel de oveja. Para conservar los escasos alimentos que guardaban, utilizaban recipientes de barro, calabazas, sacos de piel o vejigas de animales.
Los hotentotes, eran muy aficionados a la caza, que realizaban por medio de lazos y trampas o con flechas (untadas con veneno de serpiente o de plantas de la zona) e incluso con azagayas (lanzas). No se servían de la agricultura, por lo tanto no sembraban ni cosechaban, sino que recolectaban raíces y plantas para alimentarse y completar su dieta de carne.
Voraces cuando había abundancia de provisiones (carne de caza asada y raíces crudas), se contentaban con langostas y miel silvestre cuando había escasez.
La bebida más usual para los hotentotes, era la leche de vaca y oveja, y en terrenos muy áridos, donde no se daban estos animales, recurrían a la leche de cabra. Cuando querían embriagarse elaboran un líquido compuesto de la fermentación de una raíz y agua al que le añaden miel y fumaban en pipas fabricadas de bambú o barro cocido.
De aspecto reservado, aunque hospitalario, los hotentotes solían ser muy afables. Los rasgos que más los definían físicamente, solían ser los salientes huesos de las mejillas y barbilla estrecha, nariz chata y dientes muy blancos, además de ojos rasgados y cejas poco pobladas, mientras que los cabellos eran muy rizados.
Los vestidos de los hombres los fabricaban con pieles y cintas de piel de animales, que componían en trozos o mantos para tapar y cubrir el cuerpo. En tanto que las mujeres utilizaban un delantal más amplio y coloreado, y se adornaban el cuerpo con brazaletes de marfil y latón, collares, cintas y plumas. Los zapatos, consistían en una suela de cuero atada con cintas de piel de animales.
Los dos colores más apreciados por las mujeres hotentotas para pintarse el cuerpo eran el rojo y el negro, el primero hecho con material parecido al ladrillo molido y mezclado con grasa, y el negro con hollín o carbón de leña.
La grasa de oveja era el ungüento que utilizaban pequeños y grandes para hidratar la piel de los ardores del sol y la sequedad del aire.
Cuando estaban enfermos o con dolencias se valían de cintas o ligaduras que ataban y apretaban a la parte del cuerpo que querían sanar, en tanto que otras veces tomaban plantas medicinales.
Una característica del lenguaje de esta etnia era y es su manera de hablar por medio de sonidos guturales y chasquidos con la lengua (al igual que los bosquimanos).
Desde hace algunos años el término de hotentote está cayendo en desuso, por considerarse peyorativo, prefiriéndose la definición étnica propia de khoikhoi (hombres de los hombres).
Investigaciones recientes señalan a los Khoi-San (hotentotes-Koikoi y bosquimanos-San) como los pueblos más antiguos de donde después se originó el moderno Homo sapiens. Se les considera “los descendientes de la primera diversificación ocurrida en la historia de la humanidad”.
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