Powered By Blogger

domingo, 26 de mayo de 2013

La epidemia de fiebre amarilla

Hace unos días aparecía la noticia de que la vacunación  es el único tratamiento específico para la fiebre amarilla en alguno de los 44 países de América y África donde es endémica. Así que para quien vaya de viaje a algunos de estos paises vacunarse es una recomendación “casi obligada”.

Durante el siglo XVIII y principios del XIX se produjeron grandes epidemias en diferentes lugares de nuestro país, enfermedades que asolaron barrios enteros y de las que muchos pueblos sufrieron sus consecuencias. Una de estas fue la fiebre amarilla.

Esta enfermedad es una infección vírica transmitida por el mosquito Aedes aegypti, conocida también con otros nombres como vómito negro, mal de Siam, plaga americana, tifus icterodes y que se caracteriza por fuertes dolores y calenturas en todo el cuerpo principalmente en la cabeza, color de piel y ojos amarillentos, vómitos y  delirios que llevaban a la muerte.

En el verano de 1800 se declaró en Cádiz un brote de fiebre amarilla, que se inició en el barrio de Santa María donde había calles estrechas y poco ventiladas y en el que las temperaturas (calor riguroso y el aire seco del estío) hicieron que se propagara más fácilmente entre sus habitantes. 



Cádiz : tomado desde su bahía desde la muralla real hasta la catedral
 (Instituto Cartográfico de Cataluña)
                         

En la segunda mitad del año 1800 la epidemia de fiebre amarilla se extendió de Cádiz a muchos otros pueblos de Andalucía y poco después un nuevo foco se propagó desde Málaga a varias villas y ciudades cercanas.

Los pueblos cortaron la comunicación con otros pueblos inmediatos contagiados, se interrumpieron las actividades del comercio y la vida diaria de sus habitantes se alteró de una manera drástica y dramática al iniciarse el acordonado de la ciudad.

Sospechando la gravedad de las dichas enfermedades algunos habitantes  se decidían a vivir aislados en el campo “exhortados los que vivían en caserías a que ni vinieran a la ciudad, ni admitieran a nadie de ella en sus lagares”.

En algunos barrios se tenía la precaución de tabicar en los dos extremos del barrio, “tapiaron las bocacalles para separar la parte infestada del pueblo” permitiendo únicamente una pequeña ventana para la introducción de los víveres y otros objetos necesarios a los habitantes, teniendo cuidado de no permitir la salida a ninguno.  En otros pueblos se crearon los  lazaretos de curación donde eran acogidos enfermos desvalidos o llevaron a los enfermos a cuevas y chozas.

Recetas particulares y secretos de todas partes, se pusieron en  práctica para precaver de la enfermedad: untarse con aceite, dietas severas, poner en las casas y hospitales ollas de vinagre hirviendo en el que se acostumbraba a  meter juncia, romero y  ajos, portar alcanfor en la ropa o un sublimado corrosivo como venera (colgado en el pecho), incluso hubo también quienes queriendo aprovecharse de la dramática situación anunciaban un licor que curaba la calentura e incluso la prevenía.

Las prácticas más comunes fueron sahumerios para purificar las casas y ropas, utilizando ácidos sulfúricos y nítricos. También se generalizó prender fuego a un poco de azufre en un recipiente, manteniendo cerrado el aposento.

La quina y el opio eran los medicamentos más usados en el enfermo a la vez que la aplicación de sinapismos (medicamento hecho con polvo de mostaza) o vinagre en el cuerpo.

Después de muchas discusiones se declaró que la enfermedad llegaba a las ciudades por medio de los barcos que arribaban desde América (donde era endémica) y desde los barrios contagiados se extendía a pueblos cercanos.

En el caso de Cádiz  y Málaga  al ser ciudades marítimas, llegaban embarcaciones de todas las partes del mundo para vender sus mercancías, hacer escala y prepararse a seguir viaje o comprar y reparar las embarcaciones lo que dio la situación propicia para propagar la enfermedad.

En Cádiz se habló que la trajeron las embarcaciones el Delfín y Águila desde la Habana y el Júpiter de Veracruz, que habían tenido en su travesía enfermos de fiebre amarilla. En el caso de Málaga se sospechaba de cuatro buques uno de Esmirna, dos de Santo Domingo y otro de Montevideo.

Estas plagas hicieron tomar conciencia a las autoridades y población de la necesidad medidas de precaución como fue  mejorar las condiciones de higiene en las casas y ciudad, a la vez que medidas de actuación como examinar más detenidamente las patentes de sanidad y diario que traía cada embarcación o guardar cuarentena sobre todo de ropas y fardos de embarcaciones provenientes de Oriente y las Provincias Unidas de América.




domingo, 19 de mayo de 2013

El "ilustrado" Jovellanos

Hoy os voy a hablar de un personaje español, un “ilustrado”, escritor, jurista, académico, político, que frecuentaba las tertulias y formó parte de juntas económicas, vivió en distintas ciudades de nuestro país y se relacionó y participó con el mundo de la cultura y la política de su tiempo y que decía que  “Solo falta el tiempo a quien no sabe aprovecharlo”. ¡Y desde luego lo aprovechó bien!

Gaspar Melchor de Jovellanos nació en Gijón y perteneció a una familia acomodada,  estudió leyes y entre otras ocupaciones fue “alcalde del crimen” y “oidor de la Audiencia” de Sevilla, alcalde de la Corte, consejero de órdenes militares, ministro de Gracia y Justicia, representante de Asturias en la Junta Central en la guerra de Independencia (oponiéndose a la invasión francesa).
Gaspar Melchor de Jovellanos
Gaspar Melchor de Jovellanos

Creó en su tierra natal el Real Instituto Asturiano para los estudios de Náutica y Mineralogía, donde cabía tanto una formación humanística como técnica.

Jovellanos defendió diversas reformas para sacar a España del atraso en el que se encontraba. Escribió ensayos, con un espíritu ilustrado, sobre economía, política, agricultura, filosofía y costumbres, dirigido a la modernización y al progreso. Pero esto le llevó en algunos momentos  a enemistarse con partidarios de continuar con la tradición y no llevar a cabo ese tipo de actuaciones en nuestro país.

Uno de sus escritos más conocidos es el Informe sobre la Ley Agraria, “La agricultura es el arte que enseña virtud al hombre y base de la opulencia a todas las naciones” en el que expresa los obstáculos con los que se encuentra la agricultura como las malas comunicaciones, la falta de regadíos, la escasos conocimientos de los labradores y donde propone distintas reformas.

Otra obra destacada fue el Reglamento del Colegio de Calatrava que se ha considerado el plan de enseñanza más completo que hasta entonces hubo en Europa.
Informe sobre la Ley Agraria
En el aspecto literario cultivó varios géneros: composiciones poéticas (la poesía fue una de sus pasiones), obras dramáticas como “La muerte de Munuza” y  “El delincuente honrado” (de gran éxito teatral incluso fuera de España), además de escritos sobre arte, temas asturianos, economía, escritos jurídicos, políticos y botánica.

Aunque fue considerado un personaje influyente y hombre de honor por sus propuestas y actuaciones, por este mismo motivo como he comentado anteriormente, llegó a ser desprestigiado, “desterrado” de la Corte a Gijón durante varios años, sufrió un intento de envenenamiento (probablemente por plomo), fue perseguido por la Inquisición y en 1801 fue detenido y se le consideró reo de Estado, llegando a ser  encarcelado en Palma de Mallorca (donde siguió estudiando y escribiendo) hasta que en 1808 fue puesto en libertad.

Jovellanos, consideraba que desde el gobierno se debía tener la prioridad de gobernar a los hombres y hacerlos felices (de una manera moral y material):  “No hay bien que no pueda alcanzarse; no hay mal que no se pueda evitar y destruir por medio de la instrucción que es el efecto y fin de la educación: ella es por quien las Naciones prosperan y solo por su falta decaen y se arruinan”.

Destacó durante toda su vida, por su interés hacia el progreso social y económico de nuestro país, a través fundamentalmente del fomento de la educación.”Para mi la educación es la primera fuente de toda prosperidad”.

En el aspecto judicial Jovellanos se mostró contrario a algunas prácticas del sistema judicial español como el uso del tormento para conseguir la confesión del reo, y muy crítico con la Inquisición española.

Un ilustrado Jovellanos, que consideraba que “la pereza y la ignorancia están siempre en guerra con la aplicación y el trabajo”.



domingo, 12 de mayo de 2013

Del dulce azúcar

 El azúcar de la caña, fue durante mucho tiempo el único azúcar producido de manera industrial para el consumo humano.

La utilización del azúcar de caña se remonta a la India, y de ahí pasó a Europa, siendo durante siglos un producto exquisito y limitado, que con el descubrimiento de América se llevó a este continente para su producción.

De esta manera las colonias eran los principales productores de azúcar: el azúcar blanco de la Habana, de Veracruz, de Brasil, o el entreblanco de Martinica llegaban cargados en barcos mercantes a los puertos españoles.

Existían además para la venta en nuestra península distintos tipos de azúcar según la pureza y grado de refinado, encontrándose en los mercados azúcar de primera suerte, de segunda suerte, de piedra, fino, superfino, ordinario, terciado, dorado o el mascabado (no refinado y de color muy oscuro).

Hasta el siglo XVIII, si alguien quería endulzar un alimento o elaborar pasteles disponía de la miel o el azúcar de caña. 

A mediados del mismo siglo XVIII un químico alemán, Andreas Marggraf, expone la posibilidad de extraer azúcar de remolacha, y  a finales del mismo siglo, un discípulo suyo, Achard, ideó un sistema de producción de azúcar a partir de la remolacha, publicando los procesos de elaboración.
Franz Karl Achard
Remolacha

El 17 de abril de 1800 se publicaba en España un extenso informe, traducido de los Annales de chimie de Francia titulado: “De la remolacha de que se saca el azúcar de Europa”, este informe habla de “un descubrimiento que puede ser de la mayor importancia, si llega la Europa a conseguir este precioso fruto en bastante cantidad para no necesitar del que recibe de países remotos ya sean amigos o enemigos

Hasta entonces la remolacha era un alimento utilizado únicamente para alimentación del ganado aunque también en menor medida se utilizaban sus hojas y raíces para consumo humano.

En 1800 el precio del azúcar de caña, el único que había hasta entonces, era bastante elevado,  llegando a alcanzar la arroba un valor entre 140 y 180 reales.

El 18 de septiembre de 1800, se publican en nuestro país las distintas tentativas que se estaban haciendo en Europa para conocer la cantidad de azúcar que contienen las remolachas y así su aprovechamiento.

El grande uso e importancia del azúcar, artículo ya de primera necesidad, ha hecho que merezca en Europa la mayor atención de los sabios, que en vano han buscado un equivalente de la caña de azúcar en el arce, en los nabos, zanahorias, castañas, chirivías, cañas de maíz, etc, hasta que Achard, químico en Berlín publicó que había hallado un método para sacar de las remolachas blancas bastante cantidad de azúcar.”

A partir del descubrimiento de Achard ya sólo era necesario abaratar la producción y elaborar azúcar de mayor calidad.

será menester buscar los medios más económicos para purificarlo, pues, por más que digan no se podrá sacar gran partido de este azúcar hasta que se purifique como corresponde, y se encontrarán muchas dificultades antes de llegar a purificarle de manera que resulte un azúcar muy blanco.”

Y ya en el año 1801, es cuando Achard pone en marcha la primera fábrica de azúcar de remolacha en el mundo, situada en la localidad de Cunern en Silesia.

Poco después el bloqueo inglés a los puertos europeos y por lo tanto la interrupción del comercio del azúcar entre las colonias y el continente obliga a buscar la obtención del azúcar principalmente en la remolacha. Para suplir el déficit de azúcar causado por el asedio naval inglés, Napoleón ordena el cultivo de remolacha en distintos países y el establecimiento de fábricas para la producción de azúcar. De esta forma el cultivo de remolacha se propagó por Europa.

Por último y para dejaros un buen sabor de boca, os comento que en el año 1800 el azúcar de caña en la repostería era un ingrediente indispensable, siendo el más preciado “el más blanco, trasparente, sonante, de leve peso, y de un dulzor agradable” y destacaban las elaboraciones de compotas, mermeladas, frutas con vino y azúcar, frutas y almendras confitadas, bizcochos, mazapanes, caramelos, azúcar rosado, pastas de frutas, además de turrones y natas.

domingo, 5 de mayo de 2013

"Callejeros viajeros": Viena año 1800


Plano de la ciudad de Viena, 1800
Plano de la ciudad de Viena, 1800

Como el “callejeros viajeros” de entonces o si de una guía de viajes se tratara, vamos a conocer lo que los escritos de la época reflejaban de las costumbres sociales de otras ciudades.

Un ejemplo es la “Descripción de la ciudad de Viena”, capital de Austria y que en los últimos años del siglo XVIII había experimentado un sorprendente crecimiento demográfico y urbanístico, sobre todo en las afueras de la ciudad.

Con una población en 1800 de más de doscientos treinta mil habitantes, ubicados en más de mil cuatrocientas casas en la ciudad y más de cinco mil en los arrabales, Viena contaba entre sus habitantes con 1231 eclesiásticos, 3253 nobles, 4256 empleados y 7333 personas de una posición acaudalada.

Esta dispersión de casas en la periferia de la ciudad respecto al núcleo de la misma es lo que hizo que se le comparara “con una golondrina con alas de águila”.

Viena, estaba rodeada de montañas y colinas sobre las cuales se amontonaban y conservaban largo tiempo las nieves y los hielos, proporcionando un invierno fuerte y cruel que unido a los vientos impetuosos daban a sus habitantes una enfermedad muy común, pero mortal en muchos casos como era la pulmonía. Además la viruela seguía haciendo estragos, ya que (como se ha comentado en la entrada anterior de este blog) las vacunas aún no estaban generalizadas.

No obstante hay que destacar que los progresos de la medicina y la política del gobierno (hospital general, de mujeres embarazadas, de niños, de militares, disposición y atención de médicos en los ocho distritos de los arrabales, casas de huérfanos, ancianos y adultos pobres) hacían que la sanidad entre sus habitantes se considerase de las más avanzadas de Europa.

Especialmente llamativo es que para habitar un edificio nuevo el médico del barrio tenía que dar un consentimiento en el que dijera que estaban secas las estancias para ser habitadas sin riegos.
Calles de Viena, 1800
Calles de Viena, 1800

La gran fortuna de ser atravesada por el Danubio era también a veces la causa de grandes males, ya que en la época de deshielo, sus arrabales (poblados de artesanos, trabajadores y hortelanos) sufrían terribles inundaciones.

El trazado de las calles de la ciudad era irregular y sin orden, en el que sólo había una calle, llamada “de los señores”, que destacara por sus construcciones grandiosas y suntuosos palacios.

Los alimentos para sus habitantes, "famosos por comer mucho y beber más", solían estar en relativa disponibilidad (“abundantes y a un precio moderado”).

La ciudad contaba con una universidad creada en 1365 y que ofrecia estudios en especialidades de literatura, lengua, historia natural y química.

Sus habitantes eran considerados de buen trato, de tono y modales ásperos y muy ceremoniosos. Sus mujeres hermosas y de afable trato, amantes del lujo y los placeres, algo instruidas y cultivadas sobre todo la educación musical. Entre sus habitantes se destacaba un gran interés en aprender la lengua inglesa y muy común hablar en lengua italiana.

Las hospitalarias tabernas eran  muy numerosas y muy frecuentadas, donde se ofrecían refrescos y comida hasta la media noche, aunque en las calles a partir de las diez de la noche es una ciudad silenciosa, un verdadero contraste con Nápoles cual no se conoce en ninguna otra corte de Europa, sucediendo lo mismo por la mañana de modo que no hay miedo de que a uno le despierte temprano el ruido en la calle.

A nivel cultural destacaba en la ciudad, la afición a la música, extendida a todas las clases sociales, y donde se organizaban muchos conciertos (siendo el máximo representante del momento el célebre compositor Joseph Haydn, uno de los máximos representantes del periodo clasicista).

Una ciudad con famosos jardines en los alrededores y en sus arrabales. Como el Augarten, de calles de árboles bien trazadas y alineadas que forman extensos senderos, holgadas avenidas cerca del Danubio, o el Prater, un parque destinado desde hacía años para el entretenimiento público, donde se encontraban establecimientos de venta de café (cafés turcos, chinos, italianos, ingleses) además de salas de baile y juegos de villar. Era un espacio donde se presentaban soberbios fuegos artificiales y modernos espectáculos como el realizado por el famoso aeronauta Blanchar. Esta novedosa actuación, propia de la época, consistía en la elevación de  globos aerostáticos de diferentes colores y formas desde donde el tripulante encendía cohetes, y deleitaba a un numeroso público, desconfiado muchas veces de esos artefactos, y que se congregaba para disfrutar entre la admiración y la sorpresa del entretenimiento.

Como vemos, Viena en 1800 era una importante y creciente ciudad europea de la época, donde la mayoría de sociedad perteneciente a la nobleza y burguesía trataba de imitar los gustos y aficiones de la realeza y en el que la mayoría de sus gentes daba una gran importancia a  la vida musical y la afición al teatro que estaba  en aquellos momentos en auge.

Unos años más tarde (1814) tras la derrota de Napoleón, esta ciudad fue la sede del llamado Congreso de Viena, reunión internacional con el objetivo de reordenar el mapa de Europa y devolver el trono a las dinastías anteriores a la Revolución Francesa de 1789.