Mapa de Persia hacia 1800 |
“Es tradición antigua, que La Persia, apareció como la reyna de todas las naciones y su gloria eclipsó la de los demás Imperios”.
En 1800 Persia (actual Irán) era un territorio menos poderoso que el que contaba la historia antigua, pero estaba conformada por espaciosas llanuras alternadas con aldeas y colinas y donde el viajero encontraba bellas ciudades de palacios y mezquitas con una majestuosa arquitectura.
Populosas ciudades como Cachan donde se encontraban las mejores fábricas de seda de toda Persia o la ciudad de Qom, célebre por la loza blanca, a la que se le atribuía la propiedad de refrescar como ninguna el agua y los licores.
Pero la ciudad que albergaba mayor cantidad de bellos edificios era Ispahán: considerada una de las más grandes ciudades de Oriente, se encontraban numerosas mezquitas, baños públicos y un bullicioso mercado imperial.
Eran famosos sus bellos bazares compuestos de numerosas galerías, con portales para vender sedas, plata, donde se ubicaban droguistas y vivanderos con todo género de mercaderías (melones, sandías, dátiles, granadas, uvas, naranjas), siendo de esta manera el sitio más frecuentado de toda la ciudad. Pero también en aquellos lugares se ofrecían al público muchos escribientes cuya ocupación era escribir memoriales y cartas para los que no sabían.
En las ciudades existían unos espacios públicos, al estilo de cafés, donde se ofrecían refrescos y se jugaba al ajedrez, damas, dados, y a veces un recitador de cuentos o chistes en medio de la sala divertía a los concurrentes. En otras ocasiones era un mollah (versado en el Corán) o un poeta el que recitaba.
En 1800 Persia (actual Irán) era un territorio menos poderoso que el que contaba la historia antigua, pero estaba conformada por espaciosas llanuras alternadas con aldeas y colinas y donde el viajero encontraba bellas ciudades de palacios y mezquitas con una majestuosa arquitectura.
Populosas ciudades como Cachan donde se encontraban las mejores fábricas de seda de toda Persia o la ciudad de Qom, célebre por la loza blanca, a la que se le atribuía la propiedad de refrescar como ninguna el agua y los licores.
Pero la ciudad que albergaba mayor cantidad de bellos edificios era Ispahán: considerada una de las más grandes ciudades de Oriente, se encontraban numerosas mezquitas, baños públicos y un bullicioso mercado imperial.
Eran famosos sus bellos bazares compuestos de numerosas galerías, con portales para vender sedas, plata, donde se ubicaban droguistas y vivanderos con todo género de mercaderías (melones, sandías, dátiles, granadas, uvas, naranjas), siendo de esta manera el sitio más frecuentado de toda la ciudad. Pero también en aquellos lugares se ofrecían al público muchos escribientes cuya ocupación era escribir memoriales y cartas para los que no sabían.
En las ciudades existían unos espacios públicos, al estilo de cafés, donde se ofrecían refrescos y se jugaba al ajedrez, damas, dados, y a veces un recitador de cuentos o chistes en medio de la sala divertía a los concurrentes. En otras ocasiones era un mollah (versado en el Corán) o un poeta el que recitaba.
Ispahán, Persia |
Había en toda Persia y en los caminos principales un gran número de caravasares (característicos albergues en Oriente) destinados a dar reposo y alimento a las personas que viajaban y sus animales.
Persia era un terreno fértil para excelentes frutales y todo género de granos y los persas eran estimados por su conversación agradable y su ingenio penetrante, aunque también de temperamento voluptuoso.
Se decía que “el traje de este país es de los más agradables y airosos”: los hombres llevaban unos calzones largos hasta el tobillo, una camisa larga, una túnica abierta, y con una pieza de tela fina y preciosa formaban un bello turbante. El traje de las mujeres era muy similar al del hombre, pero sobre la cabeza llevaban unos velos que les cubría el rostro.
Los alimentos preferidos de los persas eran sobretodo frutas, arroz, carnero y aves (todo bien sazonado) y como el vino les estaba prohibido, lo suplían con otras bebidas compuestas, unas eran de zumo de cidra y granada, otras de esencia de rosa y adormideras. También consumían muchos refrescos, para lo cual necesitaban una gran cantidad de hielo, por lo que recurrían durante el invierno a abrir en las montañas más altas hoyos de poca profundidad que llenaban de agua, que se helaba por la noche y que recogían y metían en pozos hechos en los peñascos de la misma montaña.
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