“El comerciante de tejidos de sedas de Valencia, … tiene los géneros siguientes: terciopelos, paños de seda, sarga lisa ancha para mantillas, tafetanes, negro doble para basquiñas, cortes de chalecos, cortes de calzones, pañuelos rayados de filoseda para el cuello y para las narices, medias para mujer, además hay otros géneros y todos con mucha equidad”.
El estilo de vestir en la Corte española anterior a la revolución francesa, era como en otros países, una copia del estilo francés. Vestidos rococó, que solían ser muy refinados, aparatosos, estampados y con muchos ornamentos, y que se acompañaban con peinados exagerados y voluminosos sobre los que ponían un “bonete” con adornos de cintas y plumas. En el que el vestuario de una mujer de clase alta podía estar compuesto por prendas como la “polonesa” (falda con pliegues anchos), las batas, los desabillés, o los vaqueros a la inglesa.
Maria Teresa de Villabriga con polonesa |
En los trajes cortesanos la figura de la mujer era totalmente moldeada, presentando una silueta rígida, formada por un corpiño muy ajustado, que llevaba un cuerpo con ballenas y se ataba con cordones a la espalda: la “cotilla” (elevando el pecho y estrechando la cintura). Y para ahuecar la falda se usaba el “tontillo”, formado por aros y cuerdas.
Maria Luisa de Parma estilo rococó |
El “petillo” era una pieza en forma de triángulo, ricamente bordada y con adornos, que se ponía delante del pecho y servía de adorno.
La ropa interior constaba básicamente de dos piezas: la camisa y las enaguas, que servían básicamente para proteger las otras prendas del sudor corporal.
Para el frío, eran indispensables los guantes de muchos colores de piel de cabritilla, así como capas, chales, y otras ropas de abrigo, que se realzaban con adornos (se decía “guarnecidos”) de cordones de colores, variados encajes, pieles y diversos bordados.
En los pies se calzaban zapatos de tacón, cerrados, con lengüeta y hebilla ricamente adornada. Curioso es que aún no había diferenciación entre la horma del pie derecho e izquierdo.
Con la revolución francesa el vestido se transformó y las mujeres comenzaron a usar vestidos más sueltos, con adornos sencillos y estampados inspirados en los antiguos griegos y romanos (neoclásicos). Y como era costumbre toda Europa siguió imitando la moda francesa.
Condesa de Chinchón con vestido camissa |
Hubo un cambio radical en el vestido, hacía un estilo más sencillo y ligero. Llegó el “vestido camisa” (por su parecido a la prenda de ropa interior: camisa), con talle bajo el pecho y de tejidos muy vaporosos como algodón o muselina.
Los cabellos empezaron a llevarse con peinados sencillos, con un moño atrás y con rizos.
Acompañaban los zapatos muy planos o las sandalias y los pequeños bolsos de tela anudados con cordones para guardar las cosas, ya que no se podían guardar debajo de la falda.
Se llamaron “currutacas” a las personas que imitaban las nuevas modas: “…crítica de los usos, costumbres y modas extravagantes y más comunes de Europa, recayendo principalmente la sátira sobre los currutacos y currutacas de todos tiempos y cuyos trajes se representan”
Aunque los vestidos de Corte y para bailes fueron principalmente imitación de la moda francesa, y en algún momento inglesa, hubo dos estilos en estos tiempos de 1800 que eran propios de nuestro país. Fueron el “de maja” y el que llamaron algunos observadores y extranjeros, “nacional”.
La maja y los embozados |
Mujer joven con mantilla y basquiña |
El interés por la moda en nuestro país se pone de manifiesto en el “Diario de Madrid” de 1800:
“París: las modas que reinan aquí al presente en las mujeres son sombrerillos de varios colores guarnecidos de terciopelo negro….los tocados de cabellos van siendo raros…”
Sin embargo, al poco tiempo se pasaron de moda los vestidos neoclásicos con pocos adornos, y volvieron vestidos más elaborados y las telas más ricas en bordados, tratando de reflejar el poder de la Corte más influyente de la época, la napoleónica.
El vestido es el reflejo una la época y de una política. En estos tiempos de 1800, los vestidos muestran los radicales cambios de una sociedad y de sus formas de pensar.
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