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domingo, 22 de septiembre de 2013

"Callejeros Viajeros": Roma 1800

"Vedute di Roma" Vasi
"Vedute di Roma" Piranesi
Roma, a la ribera del Tíber, río de agua turbia y amarillenta, estaba considerada en 1800, como una de las ciudades culturales más importantes del mundo con un inigualable  número de magestuosos y bellos monumentos: el Coliseo, el Panteón, la Plaza de España, la catedral de San Pedro.

Si alguna vez vais a Roma, no os faltarán chicherones,… que hay millares en Roma,…se emplean en acompañar a los forasteros para mostrarles todas las curiosidades que hay en la ciudad.

Con una  población que ascendía a más de ciento ochenta mil habitantes, entre los que se contaba doce mil judíos, siete mil eclesiásticos y muchos extranjeros que concurrían a ella. Entre estos últimos, los ingleses estaban muy bien considerados, pues solían gastar con profusión, mientras que los franceses por el contrario tenían fama de aventureros en busca de fortuna.

A su vez, los romanos eran apreciados por su sutil ingenio y propensión a la sátira, de carácter afable, aunque se decía que eran ociosos y sus halagos dirigidos por interés.

Una de las cosas que más choca a un extranjero en esta ciudad es ver el traje de abate tan generalmente establecido, que lo usan no solo los eclesiásticos, sino también todos los empleados en cualquier ramo: los médicos, los abogados,…, todos lo usan.”
"Vedute di Roma" Piranesi

Los ricos habitantes de la ciudad presumían de tener magníficos palacios,  preciosamente adornados, con gran número de pajes y criados, aunque se visitaban poco entre ellos y por lo general ofrecían comidas muy sobrias.

El principal gasto lo hacen (en) las pastas y las menestras, en cuyo condimento entra  mucha azúcar y especias, que no son del gusto de los extranjeros.

Rara vez dan de comer, y ellos se tratan diariamente con mucha frugalidad… hay muy pocas fondas, pero muchos figones, en  que se come poco y malo, aunque muy barato, en teniendo un plato de macarrones se dan por contentos.

Aunque los maridos italianos tenían fama de celosos, se daba una práctica muy común entre la clase alta de la sociedad que era que las damas tuvieran un acompañante (cicisbeo) para los actos sociales, con el consentimiento del marido.

Las tertulias, eran el principal recurso de entretenimiento entre los extranjeros que se encontraban en una ciudad donde en sus ocho teatros sólo había representaciones en una corta temporada del año, desde la Pascua de Navidad hasta el Miércoles de Ceniza.
"Vedute di Roma" Piranesi
"Vedute di Roma" Piranesi

No se permitían en estos teatros actrices, ni siquiera en los bailes por lo cual los papeles de mujeres eran  interpretados por castrados.

El carnaval se consideraba la fiesta más destacada y conocida,  donde hombres y mujeres paseaban mientras desde los balcones se arrojaban “puñados de gragea”.

Sus calles estaban  poco iluminadas por la noche, encontrándose en algunos lugares sólo  faroles junto a la Virgen o Santos de las calles.

Los jardines romanos, se fueron abriendo a los ciudadanos y era común en las noches de verano tomar el fresco mientras se oía música por las calles y se contemplaban los frecuentes fuegos artificiales, en los parajes elevados de la ciudad, con motivo de la fiesta de algún patrón de iglesia o convento, que suplían la falta de otros espectáculos.

En la ciudad existían un gran número de fundaciones piadosas: en las iglesias había sociedades que distribuían dotes a doncellas pobres para casarse o meterse a monja, y en los principales conventos se repartía todos los días la sopa a los mendigos. 

El comercio de Roma era reducido, aunque destacaba la fabricación de objetos religiosos. Los polvos para peinar y pomadas de olor, eran de las más estimadas en Europa, y sobresalía el comercio (cuadros, antigüedades, medallas, piedras, grabados, etc.) dedicado a coleccionistas.

En esta época predominaban las estampas de dos célebres grabadores Vasi y Piranesi. Sus “vedute di Roma” (vistas de Roma)  plasmaban lo más popular y conocido de esta ciudad. Las vedute, tuvieron mucha aceptación entre los turistas y peregrinos de Roma, que conseguían llevarse a modo de postal, las imágenes de  bellos y monumentales edificios. Un gráfico recuerdo de una ciudad considerada centro de la cristiandad, y donde se mezclaban palacios y  templos, edificios y monumentos tanto de la antigüedad como de otros tiempos más modernos.


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