Mujeres conversando, Goya |
Es interesante conocer lo que se publicaba en el año 1800 dentro de las “Noticias particulares de Madrid”, en un espacio dedicado a “pérdidas”, y que nos indica los curiosos objetos que desaparecían o eran sustraídos en las calles de la capital del reino.
“Quien hubiese hallado una contrata de carbón, que se perdió en la calle de Preciados el día 23 de noviembre, se servirá entregarla en la administración de este ramo o en cualquiera almacén de carbón, que se dará el hallazgo.”
“Quien hubiere encontrado una borrica de cría, parda, con aparejo, que se perdió el día 2 del corriente, la entregará al portero del Excmo. Sr. Duque de Hijar, quien dará razón.”
Pero también se perdían otros animales como marranos, pavos, corderos, loros, etc.
“Quien haya hallado un zapato, con su hebilla de plata, que se perdió el domingo 19 pasado, después de anochecer, desde la puerta de San Vicente, hasta el medio del puente de Segovia, le entregará en la calle del Mediodía grande, casa del Sol, quarto tercero, preguntando por la Señora Gabriela, quien dará el hallazgo.”
Y entre los objetos no era raro encontrar que lo que se echaba en falta eran paraguas, camisas, vestidos, mantillas, pañuelos, capotes, calzones o abanicos.
“El día 30 del pasado entregó Josefa de Orobio a un carretero en el puente de Barcas una escusabaraja, y otros atados de ropa, y la dicha Josefa ignora donde fue a parar el carro, por haberse apeado pasado el puente largo a buscar una mantilla que se la había olvidado en el mismo puente, y a su vuelta a Valdemoro ya había salido, por lo que no fue posible alcanzarle. Se suplica a quien lo haya recogido lo entregue en la calle de la Puebla, frente a la casa de la Sra. Marquesa de la Regalta, donde hay un cerrajero en el portal, quarto segundo, que se darán más señas y el hallazgo.”
Como se ve la ropa a veces se perdía en una escusabaraja (canasto con tapa), pero otras veces las prendas iban en mantas o pañuelos que se ataban por las esquinas.
Sobretodo se publicaban las pérdidas de hebillas y relojes, cajas de oro y plata para tabaco, llaves, bolsos y carteras con monedas, billetes del Banco Nacional, anillos y pendientes, botones de oro, documentos importantes (como títulos, pasaportes, libramientos o cédulas), pero también se reclamaban otros objetos como un banquillo de un coche, un peine con adornos en oro, un título de maestro de esgrima o un almohadón de sofá.
La gratificación en “se dará el hallazgo”, algunas veces consistía en veinte reales al que entregara la pérdida a su dueño.
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