Perros de caza, Goya |
Durante los años finales del siglo XVIII era frecuente el entretenimiento de la gente, a la vez que la formación en las virtudes de la moral, con cuentos a modo de fábulas (en el que animales y plantas tienen cualidades humanas) y "sentencias" (dichos populares) que se publicaban en los periódicos de la época.
Ejemplos de este tipo de literatura son las "parábolas" que aparecían publicadas en el Diario de Madrid del año de 1800:
“Parábola. A los buenos y malos efectos de la amistad y enemistad”
Tenía un hortelano dos perros y dos borricos: echólos un día de comer a un mismo tiempo, y los borricos, que eran íntimos amigos, empezaron a comer con tranquilidad en sus respectivos pesebres; pero los perros que se querían mal, se pusieron a reñir, en lugar de comer lo que el amo les había destinado. En este tiempo llegó un perro forastero, y sin que ellos lo advirtiesen, se comió la ración de los dos. Viendo esto los borricos, se dixeron uno a otro: los perros pasan en el mundo por astutos, y nosotros por tontos, pero a fe que ellos son más borricos; pues pudiendo emplear sus dientes en hacerse bien as sí mismos, comiendo en sana paz como nosotros, la comida que el amo les ha puesto, los emplean en destruirse, y abandonar sus propios intereses.
Diferenciandose de los perros de la parábola presentada, los que pinta Goya reflejan una mirada más inteligente y reposada.
Ejemplos de este tipo de literatura son las "parábolas" que aparecían publicadas en el Diario de Madrid del año de 1800:
“Parábola. A los buenos y malos efectos de la amistad y enemistad”
Tenía un hortelano dos perros y dos borricos: echólos un día de comer a un mismo tiempo, y los borricos, que eran íntimos amigos, empezaron a comer con tranquilidad en sus respectivos pesebres; pero los perros que se querían mal, se pusieron a reñir, en lugar de comer lo que el amo les había destinado. En este tiempo llegó un perro forastero, y sin que ellos lo advirtiesen, se comió la ración de los dos. Viendo esto los borricos, se dixeron uno a otro: los perros pasan en el mundo por astutos, y nosotros por tontos, pero a fe que ellos son más borricos; pues pudiendo emplear sus dientes en hacerse bien as sí mismos, comiendo en sana paz como nosotros, la comida que el amo les ha puesto, los emplean en destruirse, y abandonar sus propios intereses.
Diferenciandose de los perros de la parábola presentada, los que pinta Goya reflejan una mirada más inteligente y reposada.
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