Utilizadas como condimento para la cocina, las especias son conocidas desde antiguo para potenciar o dar mejor aroma a muchos alimentos.
Perejil |
Semillas, cortezas, raíces, incluso hojas de algunas hierbas eran consideradas especias al dotar de mayor sabor a guisos y caldos; convirtiendo en aromáticos y sabrosos insípidos potajes y asados.
Pero aunque muchas de ellas deben tomarse con precaución (llegando a ser tóxicas en grandes cantidades), también la medicina tradicional ha recurrido a estas para la fabricación de medicamentos o la preparación de brebajes con los que protegerse de algunas enfermedades.
En el año 1800 los tallos y hojas de muchas hierbas y especias eran tomadas como ingredientes para ayudar a la digestión en las comidas, como aderezo casi general que se empleaba “para sazonar manjares” o entraban en la composición de polvos y aceites para diversos tratamientos a la vez que se dispensaban disueltas en líquidos y atendidas entre “aguas medicinales”
De esta manera “el cocimiento de las hojas y raíz de perejil ”excitaba al vómito y se consideraba eficaz “contra todo mal contagioso”, mientras el anís (que formaba parte en la composición de barnices para que secaran más rápido las maderas) era utilizado en los licores y estimado ingrediente en tortas o bizcochos siendo valorado como fortificante, eficaz en los flatos y provechoso en las pulmonías.
Hinojo |
Entretanto las hojas de albahaca mitigaban los dolores de cabeza y la planta del hinojo era considerado como un excelente calmante en la medicina de finales del siglo XVIII.
También podemos decir que la salvia se reputaba por fortificar los nervios y el enjuague de sus hojas mezclado con vino blanco se tomaba como alivio en el dolor de muelas.
Por otro lado las hojas de tomillo (mezcladas con miel y harina de cebada) se aplicaban para calmar los dolores de gota y el aceite preparado con hierbabuena se empleaba como ungüento para curar llagas y contusiones.
Como curiosidad de la época os puedo contar que para conservar la mostaza (que ayudaba en la digestión de alimentos pesados y se hablaba de eficaz contra el escorbuto) y poder disponer durante meses de esta especia sin que se estropeara, se machacaban las semillas en vinagre y mezclaban con harina blanca, se añadía canela y miel, y formaban con esta pasta unas pequeñas bolitas que secaban “al sol o en horno de cocer pan”. Después cuando era necesario utilizar la mostaza en los alimentos se disolvían las bolitas en vinagre y ya estaba lista la especia para añadir a los guisos.
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