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domingo, 23 de junio de 2013

Diversiones públicas 1800

Jovellanos decía que había que diferenciar entre “diversión” (que requiere participación) y “entretenimiento” (que se recibe de manera pasiva), de forma que cada una de estas actividades era apropiada para un tipo de personas según su ocupación. Así a las personas que vivían de su trabajo directo, (clase baja mayoritariamente) no necesitaba  que el Gobierno le divierta, pero sí que les dejara divertirse. Por el contrario las personas que vivían de sus rentas, debían tener acceso a espectáculos que los alejen de costumbre “perniciosas”, que a su vez los mantengan en sus lugares de origen y no tengan la tendencia a concentrase en las capitales.

La gallinita ciega - Goya
Las grandes ciudades ofrecían diversiones más “artificiosas”, a diferencia de los pueblos (donde los espectáculos eran más sencillos) y es por ello que los ricos de los pequeños pueblos se acercaban a las “capitales”  buscado de unos espectáculos que no podían disfrutar en sus lugares de origen. Así llegó a ser habitual la existencia de forasteros que llegaban a Madrid, y que se hallaban en la Corte “sin destino”, buscando la  libertad y diversión que no había en los pueblos. Eran especialmente populares los teatros o casas de comedias donde se representaban diversas obras de teatro, y ocasionalmente saraos públicos o bailes nobles.

Cada año las festividades de Navidad y Carnaval eran las épocas más apropiadas para las diversiones públicas y donde se podían llegar a concentrar el mayor número de actividades de esparcimiento, tanto para ricos como para pobres.


Las máscaras y disfraces sobre todo en época de Carnaval eran diversiones de gran afluencia, especialmente en otros países como Italia, pero que en España eran muchas veces desaprobadas por las autoridades, llegando incluso a ser prohibidas (por los excesos y desórdenes que se temía podían llegar a ocasionar). Sin embargo, esta actividad contaba con tal apego entre el pueblo que en muchas circunstancias llegaba a desoír los “avisos” y “bandos” que se promulgaban, y buscaba la burla y el desenfado en los disfraces, en el baile y el recreo. De esta forma, a veces a las autoridades no les quedaba más remedio que “tolerarlas”. “bando de los alcaldes en nombre del rey para no perturbar durante la navidad, panderos e instrumentos rústicos se permiten, pero no mascaras y disfraces, ni palos

En las fiestas se podían encontrar los llamados juegos escénicos como teatros callejeros, los mimos y las actuaciones de saltimbanquis que mostraban sus habilidades y realizaban juegos ante un público deseoso de sorprenderse congregado en las plazas y otros lugares concurridos. Las carreras de caballos, gansos y gallos, además de  las competiciones de saltos y carreras de jóvenes y niños eran diversiones para las ocasiones festivas. Juegos como los zancos, las soldadescas (desfiles de soldados), las comparsas de moros y cristinos y otros juegos como la cucaña o similares, en los que se realizaba una demostración de habilidades y fuerza frente al contrario eran practicados por las gentes de los pueblos.
Los zancos - Goya

Las Romerías, se realizaban en muchos pueblos, donde las gentes en devoción se acercaban a un santuario cercano y celebraban con misa y merienda el día de fiesta. También allí  se hacían juegos de palos y bailes, acompañados de música con tamboriles.
Merienda campestre- Goya

En las ciudades, los cafés o “casas de conversación”, eran un refugio diario de gentes acomodadas que encontraban en estos lugares el esparcimiento diario en forma de juegos más tranquilos y sedentarios. Se practicaban juegos como los naipes, el ajedrez, las damas y el chaquete (juego parecido a las “damas” que se jugaba con la ayuda de unos dados), los juegos de “trucos” y el billar. Eran también lugares donde se encontraba ocasión para la lectura de papeles públicos y periódicos, donde se realizaban conversaciones instructivas entre los asistentes, se acordaban y realizaban negocios y los asistentes podían conocer temas de interés general.

Las Maestranzas (sociedades de caballeros que se ejercitaban en la equitación y que fue, en su origen, escuela del manejo de las armas a caballo, que venía de la época medieval) desfavorecidas desde hacía tiempo,  habían perdido gran parte de su disciplina y decoro. Se practicaban aún  juegos llamados los manejos, parejas, juegos de cañas, de sortija, de estafermo (Muñeco giratorio, armado con un escudo y unas bolas o saquitos de arena, al que los jinetes de los juegos caballerescos antiguos procuraban herir con una lanza sin que aquel los golpeara), de cabezas, de alcancías (Bola hueca de barro seco, llena a veces de ceniza, que se arrojaban unos jinetes a otros en la antigua diversión de correr o jugar alcancías.), y semejantes.

Los jugadores de naipes - Goya
Para las gentes más llanas, las tabernas ofrecían, además del vino y aguardiente, la posibilidad de juegos de cartas o naipes, que eran en 1800 una de las diversiones más habituales cuando se juntaban un grupo de amigos o conocidos.

La caza del jabalí, de liebres, de conejos o de aves era una actividad lúdica, generalmente más habitual entre la clase más acomodada, y en el que una vez acabada la corrida del monte, los cazadores, se juntaban a comer y hablaban sobre la montería y otros temas de interés común.  La pesca  era también una actividad habitual entre muchos habitantes que tenían en su población un río cercano.

Había entre algunas gentes afición a juegos públicos “de pelota”, muy habituales y de tradición entre niños y jóvenes sobre todo en el País Vasco: los juegos de bolos, las bochas (juego que consiste en acercar bolas a otra más pequeña) y el tejuelo.

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