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domingo, 25 de mayo de 2014

Para la mejor educación

Portada de la traducción de "Escuela de Costumbres"
En 1800 aparecía publicado en la prensa nacional un anuncio sobre una novedosa publicación francesa que bajo el título “Escuela de costumbres o reflexiones morales e históricas sobre las máximas de sabiduría”, ofrecía ser una obra útil para la educación de la juventud (de las clases altas) y que por lo tanto ayudaba en esta importante tarea a “los padres de la familia, ayos, preceptores y maestros”.

Recomendaba este libro eliminar las “fajas y envolturas que se habían utilizado generalmente en años anteriores con los niños pequeños, como eran las “cotillas” y que con el pretexto de formar el talle provocaban entre otros problemas, dificultad en las respiración y en la circulación de la sangre.

El autor recomendaba no ser estricto pero tampoco indulgente y así para mantener la autoridad y respeto ante el niño sugería al educador evitar: “reír con él, y haceros muy familiar; sufrir y disimular sus faltas; darle malos ejemplos y manifestar delante de él vuestras flaquezas, y pasiones”.

Cuando cometían los niños faltas se recomendaba “la tristeza de semblante y el castigo de arresto con reprenderlo delante de todo el mundo” y ante las faltas graves “la privación de cariño y amistad” y “las privaciones de las cosas que ama”, siendo sólo en caso necesario (“por la edad o cuando ha estado muy consentido”) los azotes.

Obra de Goya
Uno de los objetivos de este tipo de educación era evitar que muchos jóvenes nobles y adinerados se dedicasen (una vez fuera del colegio o preceptor) a la ociosidad, abandonando los estudios y ocupándose sólo en montar a caballo, practicar la esgrima y pasear o frecuentar espectáculos y lugares de juego. Se recomendaba a los instructores que actuasen con seriedad y dulzura.

La instrucción considerada más idónea era la que llevaba al manejo de la espada, el dibujo, el baile (que le enseñaba a sentarse con buena gracia, a caminar con garbo y a poner bien la cabeza y el cuerpo), la música (para saber cantar un aria y acompañar), formarse una biblioteca, el estudio del latín y español, la historia (sobre todo de su patria) y viajar por distintos lugares para conocer distintas costumbres. Quedaba en segundo lugar el conocimiento de historia natural y física, filosofía, geometría y lenguas.

En una sociedad tradicional y profundamente machista la educación de las hijas, a las que se las consideraba “más débiles y con un cuerpo y un entendimiento menos fuerte y robusto que los hombres” había que inspirarles una educación  dirigida al  “disgusto de las fruslerías y la estimación de los sentimientos nobles” y  hacerla “amar lo interior de la casa con el hábito de los trabajos de su sexo y la disposición de los cuidados domésticos”.

La educación de las niñas consistía en instruir en sus ocupaciones: “una casa que arreglar, un marido para hacerlo feliz, hijos para educarlos bien y la virtud para inspirársela con sus lecciones y ejemplos”.

La educación de los niños ha sido una preocupación fundamental (aunque siempre influida por la mentalidad de la época) y antes al igual que ahora todos buscan que lleguen a ser “personas de provecho”.





domingo, 18 de mayo de 2014

Comidas del mundo 1800

Bodegón, Meléndez
Para la población europea, donde abundaban los pobres, fueron las gachas, los macarrones, la polenta y las patatas, los alimentos que mitigarían en gran parte el hambre de muchos de sus habitantes.

En España dado que el arroz era caro, las sopas consistían básicamente en caldos condimentados con cebollas, ajos, pimiento, queso, arenques, y sobre todo sal en suficiente cantidad, sin olvidar una especia aromática. También se añadían raíces cocidas como nabos, patatas o harina de guisantes y habas.

En los años finales del siglo XVIII, los macarrones eran un producto muy usual y barato en Nápoles, y acompañaba a los tallarines (tagliati) que se vendían en muchos conventos de monjas.

La polenta era muy popular en muchos lugares de la actual Italia, consistente en un pudding de harina de maíz y agua, al que se añadía algo de manteca (de vacas) y queso de Parma rallado.

En América del Norte era el “Pudding de indias” el que gozaba de las preferencias de sus habitantes. Se elaboraba con harina de maíz y agua al que se le añadía miel de cañas y sal; o también manzanas secas y frutas.

Los indios nativos americanos utilizaban el maíz que se hacía hervir lentamente, consumiéndolo tanto en la leche como en el caldo.

Pero entre “los naturales americanos y los extranjeros” también el cacahuete era un producto que se consumía “crudo, tostado en potaje en el puchero en lugar de garbanzos, azucarados como las peladillas y hecho masa en fruta de sartén, aceite para la comida y pan con su harina

En un año de escasez de trigo, como lo fue el año de 1800, en algunos países como Francia o Inglaterra se intentó sustituir este cereal por otros como la cebada, el maíz o el trigo sarraceno.

 “En Inglaterra come el jornalero con mucha economía su pan y queso, pero en Irlanda llenan la gamella de patatas y come cada uno cantidades increíbles”.

Las patatas suplían en Irlanda la escasez de pan y eran mucho más conocidas y popular su uso que en la mayoría de los países de Europa.

En países como India y Japón era la harina del sagú (un almidón de la palma) un importante alimento entre la población con el que se elaboraban tortitas y pasteles.

Los japoneses consideraban ya entonces el arroz un alimento de primera necesidad al que añadían habas, guisantes, cebollas, rábanos o coles. Con la planta de la soja elaboraban los japoneses un potaje llamado misoque es la comida diaria del pueblo” y con la harina de judías elaboraban unas tortitas azucaradas.

El jengibre y la pimienta eran indispensables en salsas y sopas japonesas, además de las raíces de bambú y las setas.

Y entre los turcos y persas una harina muy recurrida en la cocina era la de salep  (tubérculo de una orquídea).

Para muchos rusos el principal alimento era el pescado y la carne salados, al que añadían a la mayoría de sus guisos el chucrut (hojas de col fermentadas en agua con sal), además del pan de centeno.

Hoy las cosas son muy distintas, ya que por suerte en muchos lugares podemos con una llamada de teléfono degustar las distintas especialidades de cada país.

domingo, 11 de mayo de 2014

Céan Bermúdez y su elogio al dibujo

Céan Bermúdez, obra de Goya
Fue amigo de Jovellanos, de Goya (quien lo retrató varias veces) y de otros “ilustrados” de la época; viajó por toda España y aunque es desconocido por muchos, es un personaje destacado de la época a la vez que interesante de conocer.

Juan Agustín Ceán Bermúdez era hijo de una modesta familia de Gijón y  profesionalmente estuvo dedicado a la carrera administrativa (Archivo de Indias en Sevilla y Secretaría de Estado de Gracia y Justicia de Indias).

Muy relacionado con el mundo de la cultura y con los personajes e intelectuales de su tiempo escribió sobre la catedral de Sevilla, la pintura sevillana, la vida de Jovellanos (también considerada una obra de importancia) y las antigüedades romanas en España.

Fue autor del "Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España", publicado en 1800 y que está considerada su obra más destacada y por la que ha sido mayormente conocido a lo largo de la historia.

El Diccionario histórico, fue publicado en seis tomos por el que esperaba “la instrucción y el aprecio del público” y donde procuró mostrar “los artistas españoles y los extranjeros que trabajaron en el reyno”. 
Diccionario histórico, 1800

De esta manera dio una variada información de autores y obras de hasta aquelllos años y en el que tenían cabida pintores, escultores, arquitectos, grabadores, y también miniadores, plateros, imagineros y rejeros.

Sus publicaciones fueron utilizadas por muchos estudiosos y pintores de todo el mundo para conocer la pintura española hasta aquellos tiempos ya que además de la cantidad documental es importante el “moderno tratamiento” que hizo tanto en documentarse como en la obra que presentó.

Este asturiano ilustre, ha pasado a la historia como pintor, historiador y crítico de arte, y hoy en día está considerado uno de los primeros y principales historiadores del arte español.

No quise negar su justo elogio a ninguna de aquellas artes, en que de cualquiera modo pueden brillar el genio y la pericia del dibuxo”.


domingo, 4 de mayo de 2014

Las "castas" y sus pinturas

"De Español y Mulata. Morisca"

Los habitantes de Manila se componen de tantas naciones diferentes, que para distinguirlos se han inventado varios nombres”.

La unión biológica y cultural que se produjo en las colonias españolas de América y Filipinas entre blancos (españoles), indios americanos (indígenas) y negros africanos (que eran forzados a emigrar), produjo un mestizaje étnico tan enorme que en el siglo XVIII ya eran clasificados en "castas".

Un texto de 1800 explicaba: “los mexicanos por los menos son dignos de alabanza, porque no emplean para esto sino mulatos y gente de castas, sin que se vea ningún cochero blanco”.

Las castas recogían nombres tan peculiares como zambo(o lobo), coyote, barcino o cambujo o expresiones tan llamativas como “tente en el aire” o “tornatrás”.

Pintura de Castas, siglo XVIII
Se creía que la pertenencia a una casta además de unos determinados rasgos físicos, implicaba el tener un determinado temperamento:

Sobre el carácter de estos(los indios) son sumamente inconstantes y tienen la mayor adhesión a sus antiguas  costumbres

Los lobos, cambujos y coyotes es gente fiera y de raras costumbres”

En los años finales del siglo XVIII, la variedad de uniones entre castas llegó a ser tan compleja que se hizo casi imposible clasificar esas mezclas de castas.

De la mezcla de un blanco con una mulata viene la casta de los cuarterones: y cuando una cuarterona se casa con un europeo o un criollo, su hijo lleva el nombre de quinterno”.

Una manifestación artística de las castas del siglo XVIII fue la aparición de un género de pintura que reflejaba la diversidad racial de las colonias españolas, las llamadas "pinturas de castas". Estas colecciones estaban formadas por series de doce a dieciséis cuadros, donde en diferentes escenas aparecían una pareja de diferente origen y el hijo resultado de la unión:

Español e india es mestizo
Indio y negra es zambo
Negro y zamba es zambo prieto
Español y negra es mulato
Español y mulata es morisco
Español y morisca es albino
Español y albina es saltatrás
Indio y mestiza es coyote
Español y coyote es barnizo
Coyote e india es chamizo
Chino e india es cambujo
Cambujo e india es tente en el aire
Mulato y tente en el aire es albarazado


Para muchos las pinturas de castas son un ejemplo de la rica y compleja diversidad racial de la sociedad en el virreinato de Nueva España.

En un intento de suprimir los matices diferenciadores entre la población, unos años más tarde, el militar insurgente José María Morelos decía en un bando en noviembre de 1810: “a excepción de los europeos, todos los demás habitantes no se nombrarán en calidad de indios, mulatos ni otras castas, sino todos generalmente americanos”.