Portada de la traducción de "Escuela de Costumbres" |
En 1800 aparecía publicado en la prensa nacional un anuncio sobre una novedosa publicación francesa que bajo el título “Escuela de costumbres o reflexiones morales e históricas sobre las máximas de sabiduría”, ofrecía ser una obra útil para la educación de la juventud (de las clases altas) y que por lo tanto ayudaba en esta importante tarea a “los padres de la familia, ayos, preceptores y maestros”.
Recomendaba este libro eliminar las “fajas y envolturas” que se habían utilizado generalmente en años anteriores con los niños pequeños, como eran las “cotillas” y que con el pretexto de formar el talle provocaban entre otros problemas, dificultad en las respiración y en la circulación de la sangre.
El autor recomendaba no ser estricto pero tampoco indulgente y así para mantener la autoridad y respeto ante el niño sugería al educador evitar: “reír con él, y haceros muy familiar; sufrir y disimular sus faltas; darle malos ejemplos y manifestar delante de él vuestras flaquezas, y pasiones”.
Cuando cometían los niños faltas se recomendaba “la tristeza de semblante y el castigo de arresto con reprenderlo delante de todo el mundo” y ante las faltas graves “la privación de cariño y amistad” y “las privaciones de las cosas que ama”, siendo sólo en caso necesario (“por la edad o cuando ha estado muy consentido”) los azotes.
Obra de Goya |
La instrucción considerada más idónea era la que llevaba al manejo de la espada, el dibujo, el baile (que le enseñaba a sentarse con buena gracia, a caminar con garbo y a poner bien la cabeza y el cuerpo), la música (para saber cantar un aria y acompañar), formarse una biblioteca, el estudio del latín y español, la historia (sobre todo de su patria) y viajar por distintos lugares para conocer distintas costumbres. Quedaba en segundo lugar el conocimiento de historia natural y física, filosofía, geometría y lenguas.
En una sociedad tradicional y profundamente machista la educación de las hijas, a las que se las consideraba “más débiles y con un cuerpo y un entendimiento menos fuerte y robusto que los hombres” había que inspirarles una educación dirigida al “disgusto de las fruslerías y la estimación de los sentimientos nobles” y hacerla “amar lo interior de la casa con el hábito de los trabajos de su sexo y la disposición de los cuidados domésticos”.
La educación de las niñas consistía en instruir en sus ocupaciones: “una casa que arreglar, un marido para hacerlo feliz, hijos para educarlos bien y la virtud para inspirársela con sus lecciones y ejemplos”.
La educación de los niños ha sido una preocupación fundamental (aunque siempre influida por la mentalidad de la época) y antes al igual que ahora todos buscan que lleguen a ser “personas de provecho”.
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